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Cómo crear ciudades positivas para la naturaleza más allá de los espacios verdes

Cómo crear ciudades positivas para la naturaleza más allá de los espacios verdes

Cuando hablamos de sostenibilidad, las ciudades y zonas urbanas con abundantes parques y espacios abiertos suelen ser las más valoradas. De hecho, gran parte del debate global sobre sostenibilidad urbana se ha centrado casi exclusivamente en jardines, parques y grandes espacios verdes.

 

Sin embargo, el urbanismo positivo para la naturaleza no se define solo por el cuidado de sus zonas verdes, sino también por la ingeniosidad con la que la biodiversidad y la resiliencia ecológica se entrelazan en el tejido mismo de nuestro entorno construido.


Tal y como indica el marco AR3T esbozado en el informe Nature Positive Guidelines for the Transition in Cities (Directrices positivas para la naturaleza en la transición de las ciudades), del Foro Económico Mundial, el urbanismo positivo para la naturaleza implica una transformación sistémica, restaurando y regenerando la naturaleza y reduciendo al mismo tiempo el impacto sobre ella.


Este marco ha sido elaborado para orientar la transición del sector privado hacia negocios positivos para la naturaleza en torno a las siguientes acciones: evitar, reducir, restaurar y regenerar, y transformar.

 

Los parques no bastan para frenar la pérdida de biodiversidad
Aunque los espacios públicos, como los parques y las zonas verdes, son fundamentales, su presencia no basta para contrarrestar la pérdida alarmante de biodiversidad que amenaza los límites de nuestro planeta, junto con los efectos de las islas de calor urbanas o el aumento de las emisiones de gases de efecto invernadero. Para garantizar una ciudad rica en biodiversidad en el futuro, la naturaleza debe convertirse en un elemento central del diseño, profundamente integrada en los edificios, las infraestructuras y el marco operativo de la propia ciudad.


Al promover enfoques creativos e innovadores, e inspirarse en ejemplos destacados de todo el mundo, los urbanistas y arquitectos de hoy tienen el poder de redefinir el significado de sostenibilidad urbana.
A continuación se presentan tres formas en las que se puede lograr una nueva era de urbanismo positivo para la naturaleza.


1. Integrar la biodiversidad en el diseño de edificios
Imagínese esto: una ciudad donde los tejados están cubiertos de plantas suculentas de colores vivos, donde los colibríes se pasean entre jardines verticales y donde los paisajes favorecen a los polinizadores. Transformar las fachadas y los tejados estériles de los edificios de la ciudad en mini ecosistemas prósperos puede ser un paso hacia la integración de la biodiversidad en los paisajes urbanos.


Un ejemplo de ello es el Hotel Oasia de Singapur, famoso en todo el mundo por su arquitectura 'viva'. Con exuberantes jardines verticales meticulosamente diseñados para refrigerar de forma natural los edificios, reduciendo así las emisiones de los sistemas de aire acondicionado, este ejemplo de arquitectura verde proporciona refugios para la fauna urbana, como aves, mariposas e incluso pequeños mamíferos.

 

Los esfuerzos de Oasia van más allá de la simple estética verde: también representan un ambicioso intento de reconectar físicamente a los moradores urbanos con la naturaleza y al mismo tiempo apoyar a los polinizadores y mitigar tanto el calor urbano como la fragmentación ecológica que afecta a la mayoría de las ciudades.


Algunos estudios han demostrado incluso que los edificios y las arquitecturas verdes (especialmente los tejados verdes) pueden reducir las temperaturas en 2 °C o más, ayudar a mejorar la riqueza de especies e incluso influir positivamente en la salud y el bienestar de los residentes. Con el aumento de las temperaturas y la pérdida de biodiversidad que afectan a ciudades de todo el mundo, las innovaciones en el diseño que priman la naturaleza pueden ser transformadoras.


2. Adaptación de la infraestructura para la fauna urbana
Las ciudades son más que simplemente edificios. El urbanismo positivo para la naturaleza implica una reinvención creativa de la propia infraestructura de la ciudad. Calles, puentes y túneles son más que simples vías para el tránsito de vehículos; son posibles vías de escape para las especies migratorias y corredores ecológicos cruciales dentro de los densos paisajes urbanos.


Algunas ciudades de Canadá son ejemplos de cómo se puede recuperar la infraestructura urbana para la fauna silvestre. En Toronto se han construido "corredores ecológicos" para la fauna y en otros lugares más remotos se han adaptado autopistas y túneles ya existentes, lo que ha permitido reconectar hábitats fragmentados y facilitar a diversos mamíferos y anfibios superar los obstáculos urbanos de forma segura.

 

El resultado es un aumento de la biodiversidad local y una reducción de las muertes de animales salvajes. Esto demuestra que para fomentar el desarrollo de la naturaleza no es necesario que las ciudades amplíen sus zonas verdes más allá de sus límites, sino que replanteen lo que es posible dentro de sus confines.


Investigadores de organizaciones conservacionistas canadienses han confirmado que estas adaptaciones pueden ayudar a revertir la fragmentación del hábitat de la fauna silvestre urbana y permitir que las especies en peligro de extinción se desplacen, se alimenten y se reproduzcan más allá de los límites de la ciudad. Así pues, incorporar "corredores ecológicos" seguros en la planificación urbana puede suponer un cambio radical para la ecología urbana a nivel mundial.


3. Incorporar la biomímesis en la planificación urbana
La sabiduría de la naturaleza, que ha perfeccionado la eficiencia de sus sistemas durante millones de años, puede servir de guía para las ciudades del futuro. La biomímesis, cuyo objetivo es inspirarse en las soluciones de selección natural adoptadas por la naturaleza y trasladar sus principios a la ingeniería humana, puede animar a los planificadores urbanos a tomar prestadas ideas de diseño de la propia naturaleza y aplicar principios probados a lo largo del tiempo a diversos ámbitos, ya sea la gestión del agua o los sistemas energéticos.


El Eastgate Centre de Harare, Zimbabue, es un ejemplo paradigmático de biomimética. Inspirado en el ingenioso sistema de ventilación de los termiteros, este edificio utiliza la convección natural para regular la refrigeración y la calefacción, lo que reduce drásticamente su consumo de energía y su huella de carbono.

 

Al mismo tiempo, el innovador diseño del edificio, inspirado en la naturaleza, favorece las condiciones locales de temperatura y humedad, lo que beneficia a los insectos y las plantas autóctonas. Estos enfoques innovadores van más allá de la mera estética: ofrecen soluciones prácticas y aumentan la resiliencia de las infraestructuras urbanas, que actúan a favor de la naturaleza y no en su contra.


Ejemplos de biomimética como la construcción de humedales que filtran de forma natural las escorrentías urbanas, o los sistemas de refrigeración urbana inspirados en la flora y la fauna locales, pueden abrir nuevas posibilidades para que las ciudades conserven los recursos y fomenten la biodiversidad ecológica, al tiempo que crean un entorno más habitable y sostenible para las personas.


Un futuro biodiverso requiere redefinir la sostenibilidad urbana
Estrategias innovadoras como integrar la biodiversidad en el diseño de edificios, adaptar las infraestructuras para la fauna urbana y aplicar la biomímesis pueden redefinir la sostenibilidad urbana, más allá de las habituales cuotas de «espacios verdes» y «parques», hacia soluciones holísticas.


Estos enfoques incorporan el hilo conductor de la naturaleza en el tejido mismo de las ciudades. Se trata de convertir la naturaleza en un elemento central de las zonas urbanas, y no solo en un elemento decorativo secundario, incorporando el pensamiento ecológico en todos los niveles del desarrollo urbano.

 

Al situar la ecología en el centro de la planificación urbana, podemos crear hábitats vibrantes y resilientes, llenos de biodiversidad más allá de los parques. A medida que el mundo se vuelve más urbano, los planificadores, responsables políticos y residentes de las ciudades deben adoptar un pensamiento positivo hacia la naturaleza.


La verdadera sostenibilidad significa considerar las ciudades como ecosistemas vivos que respiran, no solo como espacios humanos, donde la salud ecológica da forma a la vida cotidiana. Este cambio permite crear ciudades preparadas para el futuro, resilientes a las crisis climáticas, ricas en biodiversidad y llenas de posibilidades ecológicas.


Fuente:
weforum.org